13 de junio de 2025
Con el paso del tiempo, las ópticas del auto pueden volverse opacas o amarillas, afectando tanto la estética como la visibilidad nocturna. En esta nota de AutoDataAR, te explicamos por qué pasa esto, cómo solucionarlo con métodos profesionales o caseros, y qué cuidados tener para no arruinar las luces de tu vehículo.
Uno de los problemas más comunes en autos con algunos años de uso es el deterioro de las ópticas. Si notaste que los faros delanteros de tu vehículo están amarillentos, con una textura áspera o simplemente no iluminan como antes, es muy probable que el policarbonato esté dañado por el paso del tiempo y la exposición al sol.
Este material, que recubre las lámparas principales, sufre desgaste por varios factores: los rayos UV, el calor del motor, la lluvia ácida, la suciedad acumulada y los químicos del ambiente. El resultado es una disminución en la calidad lumínica y una imagen envejecida del vehículo.
¿Sabías que las ópticas opacas reducen considerablemente la visibilidad nocturna y aumentan el riesgo de accidentes?
La forma más efectiva de devolverle la vida a tus ópticas es el lijado y pulido, un proceso realizado por especialistas en estética automotor, también conocidos como detailers. Este tratamiento elimina la capa superficial dañada y devuelve la transparencia original.
Leandro, especialista en detailing (@leandro.design), explicó el procedimiento:
"Se utilizan lijas que van del grano 400 hasta 5.000, dependiendo del estado. Si la óptica está muy amarilla, se arranca con una 400. En mejor estado, se puede iniciar con una 1000 o 1500. Luego se pasa por etapas intermedias y se finaliza con una lija 3000 o 5000, para dejar la superficie lista para el pulido y sellado."
Después del proceso, la diferencia es notable: ópticas como nuevas, más luz, y una imagen mucho más moderna del auto.
Aunque parezca tentador, no recomendamos lijar ni pulir las ópticas por tu cuenta si no tenés experiencia, ya que podrías dañarlas aún más. Reparar una óptica mal tratada puede costar mucho más que el trabajo de un profesional.
Si no podés invertir en un tratamiento profesional, existen algunas alternativas caseras que pueden mejorar momentáneamente la apariencia de tus ópticas. No son soluciones definitivas ni recomendadas por expertos, pero pueden servir como parche temporal.
Una técnica popular que combina el efecto ácido del limón con la acción abrasiva del bicarbonato. Cortás el limón, lo pasás por bicarbonato y frotás las ópticas. Después limpiás con un trapo seco.
Calentás un poco de vinagre (sin hervirlo), lo aplicás con un trapo o pulverizador sobre la óptica y luego lo removés con agua y jabón. Si la opacidad es fuerte, podés sumar dos cucharadas de bicarbonato y frotar en círculos.
Es un clásico de Internet: aplicar dentífrico con un trapo. Aunque tiene un leve efecto abrasivo, los resultados suelen ser mínimos y no duraderos. No es una solución efectiva, pero puede servir para una mejora visual rápida.
Si el daño es muy severo, si están rayadas por dentro o si ya intentaste restaurarlas sin éxito, puede que sea momento de considerar el reemplazo. Pero antes de gastar una fortuna, probá con el pulido: en muchos casos, el resultado es sorprendente.
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