11 de septiembre de 2025
La suspensión del auto es fundamental para una conducción segura y cómoda, y los amortiguadores cumplen un papel central en su funcionamiento. Con el paso del tiempo pierden eficacia y pueden comprometer la estabilidad, el frenado y hasta el desgaste de los neumáticos. En esta guía te explicamos cada cuánto se cambian, qué señales alertan sobre su desgaste y qué factores influyen en su vida útil.
La suspensión está compuesta por distintos elementos: resortes, brazos, bujes, barras estabilizadoras y, por supuesto, los amortiguadores. Su función es controlar la oscilación de la carrocería y las ruedas, absorbiendo impactos, baches e irregularidades del camino.
En términos técnicos, trabajan transformando la energía cinética en térmica a través del aceite interno, que puede llegar a calentarse entre 100 y 120 °C. Esto garantiza que las ruedas mantengan contacto constante con el suelo, mejorando el agarre, la estabilidad y la distancia de frenado, además de evitar un desgaste irregular de las cubiertas.
No existe un único período universal. Depende del uso del vehículo, el estado de los caminos y hasta el estilo de manejo de cada conductor. Sin embargo, los especialistas coinciden en que, en promedio, deberían revisarse o cambiarse entre los 50.000 y 80.000 km, o bien cada cinco años.
En zonas de playa o montaña, la humedad y la sal aceleran la corrosión, por lo que conviene revisarlos con mayor frecuencia. Y si compraste un auto usado, lo ideal es llevarlo cuanto antes a un taller para verificar su estado.
Algunos síntomas que indican que puede ser hora de reemplazarlos:
Desgaste irregular en los neumáticos.
Distancias de frenado más largas.
Vibraciones excesivas en el volante.
Golpes o ruidos al pasar lomos de burro o baches.
El auto "toca abajo" en lugares donde antes no.
Inestabilidad en curvas o sobre piso mojado.
El eje trasero se hunde al acelerar.
Pérdida de líquido hidráulico.
Sensibilidad mayor al viento lateral.
Si notás alguno de estos problemas, no conviene postergar la revisión: un amortiguador en mal estado compromete tanto la seguridad activa como el confort de marcha.
Según talleres especializados, más del 50% de los vehículos que circulan en Argentina tienen amortiguadores con desgaste avanzado. Esto impacta directamente en los tiempos de frenado: un auto con amortiguadores en mal estado puede necesitar hasta un 20% más de distancia para detenerse por completo.
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