15 de julio de 2025
La correa de distribución es una de las piezas más importantes -y a la vez más olvidadas- del motor. Si se corta, puede generar un daño catastrófico. En esta guía rápida te contamos qué hace, cuándo cambiarla, cómo detectar fallas y qué cuidados básicos seguir para evitar gastos innecesarios. Todo lo que tenés que saber para que tu auto no se funda por un simple descuido.
La correa de distribución es una cinta dentada que se encarga de coordinar el funcionamiento interno del motor. Conecta el cigüeñal (que mueve los pistones) con el árbol de levas (que abre y cierra válvulas). Si no trabajan sincronizados, el motor deja de funcionar... o peor: se rompe.
Por eso, si esta correa se corta o pierde tensión, el resultado puede ser desastroso. ¿El problema? Está oculta, protegida por una carcasa plástica, y no da señales claras antes de fallar.
La vas a encontrar en la parte delantera del motor, pero no está a la vista. En general, está cubierta por una tapa plástica, por lo que sólo se puede inspeccionar con una revisión mecánica. Por eso, es clave respetar los intervalos de cambio recomendados por el fabricante, incluso si no ves ningún problema.
Cada marca y modelo tiene una recomendación específica sobre cuándo cambiar la correa. En general, se reemplaza cada 60.000 a 100.000 km, pero hay variaciones. Revisá el capítulo de mantenimiento del manual.
Si escuchás ruidos raros en el motor, sentís vibraciones o notás pérdida de potencia, pedí una revisión. Grietas, desgaste excesivo o falta de tensión son señales claras de que necesita reemplazo.
Si exigís de más a tu auto (remolcando peso, acelerando fuerte en frío o haciendo muchos arranques bruscos), la correa sufre. Cuanto más suave sea el uso, más durará.
Evitar llevar el motor a muchas revoluciones durante mucho tiempo es otra forma de cuidar la correa. Mantener un régimen estable y moderado ayuda a su vida útil.
El sobrecalentamiento es enemigo de la correa. Asegurate de que el sistema de enfriamiento funcione bien: radiador, termostato, bomba de agua y líquido refrigerante deben estar en buen estado.
Cada vez que cambies la correa, pedile al mecánico que también reemplace la bomba de agua, la polea tensora y la polea de inversión. Son piezas que trabajan en conjunto y, si una falla, puede romper la correa nueva.
En la mayoría de los motores actuales, si la correa se corta, los pistones chocan contra las válvulas. Eso puede dañar severamente el motor y obligarte a hacer una reparación que supera fácilmente el millón de pesos. En algunos casos, directamente hay que cambiar el motor completo.
Cambiar la correa de distribución puede costar entre 150.000 y 300.000 pesos según el auto. Pero si se corta y rompe el motor, el arreglo puede salir diez veces más. Por eso, no es un gasto: es una inversión en tranquilidad.
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