30 de diciembre de 2025
Durante décadas, cambiar el aceite cada 5.000 kilómetros fue casi una ley escrita en piedra. Sin embargo, la evolución de la ingeniería automotriz y de los lubricantes modificó por completo ese escenario. Hoy, los mecánicos coinciden en que la frecuencia correcta depende de varios factores y que seguir reglas antiguas puede ser tan perjudicial como descuidar el mantenimiento.
El aceite del motor cumple funciones vitales: lubrica las piezas móviles, reduce la fricción, ayuda a disipar el calor y evita la acumulación de residuos. Circular con el lubricante degradado o en baja cantidad puede generar un desgaste acelerado y, en casos extremos, provocar la rotura total del motor.
Por eso, más allá del costo del servicio, el cambio de aceite sigue siendo una de las inversiones más importantes para conservar la mecánica en buen estado.
La respuesta ya no es única ni universal. En términos generales, en autos modernos el intervalo más habitual es cada 10.000 kilómetros, aunque existen modelos y aceites que permiten llegar a 20.000 o incluso 30.000 km.
Eso sí: siempre rige la misma lógica que indican los fabricantes:
kilómetros o tiempo, lo que ocurra primero.
Un auto que recorre pocos kilómetros pero pasa meses sin uso también necesita el cambio, porque el aceite envejece aun sin rodar.

No todos los aceites tienen la misma durabilidad ni están pensados para las mismas exigencias.
Aceite mineral: requiere cambios más frecuentes.
Aceite semisintético: ofrece un equilibrio entre costo y duración.
Aceite sintético: soporta mejor altas temperaturas y permite intervalos más largos.
Además, los motores de altas prestaciones o turboalimentados suelen exigir lubricantes más específicos y controles más rigurosos.

Los fabricantes indican dos parámetros claros:
Cada cierta cantidad de kilómetros.
Cada cierta cantidad de meses.
Aunque el auto no llegue al kilometraje estipulado, el aceite pierde propiedades con el paso del tiempo. En vehículos de uso esporádico, este punto suele ser clave y muchas veces se descuida.
La forma de manejar influye tanto como el aceite elegido.
Uso en ruta: el motor trabaja a régimen constante y el aceite se degrada más lentamente.
Uso urbano: trayectos cortos, arranques en frío y frenadas frecuentes aceleran el desgaste.
Uso severo: off-road, carga pesada o climas extremos justifican acortar los intervalos.
En estos casos, muchos mecánicos recomiendan adelantar el cambio, incluso si el kilometraje todavía no lo exige.

Desde el sector técnico coinciden en que los autos actuales ya no necesitan cambios tan frecuentes como antes, pero advierten contra los extremos. El portal automotriz Edmunds resume el consenso: la mayoría de los vehículos modernos está diseñada para intervalos de mantenimiento de alrededor de 10.000 kilómetros, siempre que se respete el aceite correcto y el uso normal del vehículo.
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