15 de octubre de 2025
El humo que sale del caño de escape no es un detalle menor: puede anticipar desde un consumo excesivo de aceite hasta una falla grave en la junta de tapa de cilindro. Aprender a identificar el color y el olor del humo es clave para detectar fallas a tiempo y evitar reparaciones costosas. En esta guía te explicamos qué significa cada tipo de humo y qué hacer si tu auto empieza a mostrar señales de alerta.
Aunque muchos conductores no le prestan atención, el humo del escape es una señal directa del estado del motor. Su color, densidad y olor pueden indicar desde un simple exceso de combustible hasta una avería interna seria.
Prestar atención a esos síntomas permite evitar roturas, recalentamientos y gastos innecesarios. A continuación, repasamos qué significa cada color y cuándo hay que preocuparse.
Un leve humo blanco al encender el auto es normal, ya que se trata de vapor de agua producto de la condensación. Sin embargo, si el humo es espeso, blanco y constante, podría indicar que el líquido refrigerante está entrando en los cilindros.
Esto suele deberse a una junta de tapa de cilindro dañada o a una fisura en el block o la tapa. Es una falla seria que, si no se repara a tiempo, puede generar un recalentamiento del motor y daños mayores.
Qué hacer: detené el auto, revisá el nivel de refrigerante y consultá a un mecánico de inmediato.
El humo azul es una de las señales más preocupantes. Indica que el motor está consumiendo aceite, ya sea por aros de pistón desgastados, válvulas con pérdidas o guías deterioradas.
Además del humo, notarás una baja en el nivel de aceite y pérdida de potencia. Si seguís circulando, el consumo puede aumentar y el motor sufrir un desgaste prematuro.
Qué hacer: revisá el nivel de aceite y evitá recorrer largas distancias. Si el consumo es alto, necesitás una revisión mecánica urgente.
El humo negro suele ser el peor indicio. Aparece cuando el motor quema más combustible del necesario, afectando el rendimiento y generando contaminación.
Las causas más comunes son un filtro de aire sucio, inyectores obstruidos o problemas en el sistema de inyección. En autos modernos, también puede deberse a un sensor de oxígeno o de flujo de aire (MAF) defectuoso.
Qué hacer: revisá el filtro de aire y el sistema de inyección. Un mantenimiento básico puede mejorar el consumo y el rendimiento general del auto.
El color del humo funciona como un termómetro del motor. Ignorarlo puede derivar en averías graves y costosas, desde la rotura de un turbo hasta un cambio completo de tapa de cilindro.
Si notás un olor fuerte, humo persistente o un cambio repentino en el color, lo ideal es detener el vehículo y acudir a un taller de confianza.
Revisá el nivel de aceite y refrigerante con frecuencia.
Cumplí con los servicios programados (al menos una vez por año).
No ignores ruidos, vibraciones o pérdida de potencia.
Si el humo tiene color o es persistente, no sigas circulando.
Un mantenimiento regular y una observación atenta pueden evitar daños irreversibles y ahorrarte una reparación costosa.
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