30 de junio de 2025
Aunque parezca una simple omisión, no usar la luz de giro al manejar puede revelar rasgos profundos del carácter de una persona. Según especialistas en psicología, este comportamiento frecuente en las calles argentinas está vinculado con la baja empatía, el egocentrismo, la impulsividad y la falta de respeto por las normas. Analizamos qué hay detrás de esta actitud que, además de ser peligrosa, puede ser un reflejo de cómo algunos entienden su rol en la sociedad.
En el tránsito argentino, abundan los conductores que doblan sin avisar. No se trata solo de un olvido ocasional: la psicología señala que este gesto -aparentemente inofensivo- puede hablar mucho sobre la forma de ser de quien va al volante.
Según especialistas consultados por AutoDataAR, no activar la luz de giro puede estar asociado a una baja empatía. Es decir, personas que no perciben cómo sus acciones afectan a otros. Además, puede vincularse con una tendencia al egocentrismo, priorizando siempre su comodidad o urgencia por sobre las normas compartidas.
"El tránsito no es una actividad individual: es una experiencia social. No señalar una maniobra puede ser una forma sutil de decir 'no me importa el otro'", explica el psicólogo urbano Martín Calderón, autor del libro Conductas en la Ruta.
La psicología detectó varios patrones que suelen repetirse en los conductores que omiten este paso básico:
Les cuesta considerar cómo su conducta impacta en los demás. No anticipan que, al no avisar, pueden generar un accidente o confusión.
Egocentrismo
Ponen sus necesidades y decisiones por encima de las reglas. Sienten que tienen "derecho" a hacer lo que quieran con su auto, como si el espacio público les perteneciera.
Doblan sin pensar, actúan rápido y sin prever consecuencias. Son los mismos que suelen frenar de golpe, zigzaguear o hacer cambios de carril bruscos.
No les gusta que les digan qué hacer, ni siquiera en lo más mínimo. Consideran que cumplir con reglas como poner el guiño es innecesario o una imposición absurda.
Más allá del análisis psicológico, también hay razones más terrenales (aunque no por eso justificables) por las que muchos conductores no activan la luz de giro:
Falta de hábito o distracción: simplemente, no están concentrados en lo que hacen.
Descuido o desinterés: creen que no es importante. "Total, no viene nadie", se dicen a sí mismos.
Apuro o ansiedad: priorizan la rapidez por sobre la seguridad vial.
Actitud desafiante: manejan como si estuvieran en una carrera, no en una calle compartida.
Sentido de superioridad: sienten que no tienen que darle explicaciones a nadie, ni siquiera en un entorno donde todos dependemos del otro.
No usar el guiño es una infracción de tránsito y puede derivar en accidentes evitables. Pero también es un síntoma de algo más profundo: una manera de estar en el mundo. De no comunicar, de ignorar al otro, de no respetar el contrato social que implica moverse en calles y rutas.
El tránsito no se trata solo de autos, sino de personas. Y como todo acto social, nuestras decisiones al volante revelan quiénes somos, cómo nos relacionamos con los demás y cuánto valoramos la convivencia.
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